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Turismo de Masas Vs Turismo Sostenible: ¿La necesidad de todos o el Interés de pocos?

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El siglo XXI con sus procesos de globalización, mercados abiertos y altas demandas de consumo masivo, genera dinámicas de crecimiento rápido en algunos renglones de la economía; el turismo es uno de ellos y cuando este se presenta en forma abrupta, hace evidente que pequeñas comunidades como los archipiélagos o las pequeñas sociedades étnicas insulares, se enfrenten a cambios e inconvenientes en sus territorios para los cuales no estaban preparados.

El crecimiento de este renglón económico en forma masiva puede atentar contra su capital natural dado que trae consigo una serie de fenómenos que generan impacto negativo en el entorno como consecuencia de la avalancha de turistas, y la presión que estos ejerzan sobre la fauna, la flora y porque no decirlo sobre la misma cultura y las personas nativas que lo habitan; pero el eje central que genera tensión es estas sociedades que se enfrentan a este cambio, son los conflictos que pueden generarse con la redistribución de los recursos naturales como la tierra, el agua y el costo del recurso energético.

Por lo general un territorio que se enfrenta a un turismo masivo y que no cuenta con la capacidad de responder a lo que este modelo demanda puede empezar a padecer de problemáticas no solo ambientales, sino socioculturales que afectan la calidad de vida del residente. Una de ellas puede ser las malas condiciones laborales de trabajadores nativos, poca motivación de los visitantes por la cultura y des estimulación de los procesos de desarrollo locales, ya que el mismo modelo como tal demanda una industrialización de sus servicios que en la mayoría de los casos son ofrecidas por operadores que tienen la capacidad financiera para responder, y no por dinámicas económicas locales nativas.

Muchos de estos territorios no están listos para enfrentar y dar respuesta a las necesidades que trae consigo este tipo de crecimiento, por lo general sobrepasan su capacidad para generar bienes y servicios a esa escala; sin embargo las comunidades requieren generar riqueza y la cantidad de empleos necesarios para erradicar la pobreza y alcanzar objetivos sociales, económicos y ambientales que como territorio se proponen. Muchos consideran que este crecimiento es natural y necesario en los territorios para lograr un desarrollo económico, pero ¿Es este modelo sostenible y sustentable?, ¿La industrialización del turismo como herramienta de desarrollo social lo vale?, ¿Cuál es el costo para los habitantes del territorio y sus futuras generaciones?, ¿Permite una distribución justa y equitativa?.

Como podemos analizar nuestro Archipiélago es uno de estos territorios que se enfrenta a esta realidad. El turismo de masas como modelo económico no es el medio más apropiado para lograr un crecimiento inclusivo y equitativo. Hasta aquí es evidente que muchos territorios que viven este tipo de fenómenos se enfrentan a la realidad de replantear si es pertinente continuar con este tipo de desarrollo económico tradicional que se ha repetido en las últimas décadas o hacer un cambio inmediato. La utilización de los recursos naturales en forma rápida y la generación de residuos a un ritmo incontrolable son ecológica, económica y socialmente inaceptable. Un territorio como el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, declarado Reserva de Biosfera Seaflower, por la UNESCO en el año 2000, debe ser coherente no solo en sus políticas públicas, sino en el ejercicio de las mismas.

Es así como comunidad nos vemos en la necesidad de pensar seriamente en direccionar nuestro modelo económico hacia un enfoque de desarrollo sustentable e integrador, pues como territorio nos vemos agobiados por economías de masa que demandan cambios rápidos y abruptos, para los cuales no estamos preparados y que ponen en riesgo nuestros ecosistemas y recursos irrenovables. Modelos de transformación económica como Aruba, quien estableció una capacidad de carga para su isla e implementó modelos sostenibles en sus esquemas de operación, o Islas como Fernando de Noronha en Brasil quien a partir de un modelo de ecoturismo ofrece servicios a un nicho de mercado especializado, dieron un giro a su modelo económico en aras no solo de conservar un capital natural, sino de aprovecharlo de una formas más eficiente y con mejores resultados socioeconómicos. Estas experiencias, nos demuestran que es viable implementar procesos que se materializan en el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes.

Ofrecer bienes y servicios con buenas prácticas ambientales, sociales y económicas con enfoque de ciclo de vida, contribuye a la conservación del ambiente como capital natural, y permite soportar el desarrollo del territorio en forma sustentable y/o sostenible (ONVS 2014), solo este tipo de procesos económicos garantizan la aplicación de un modelo de turismo sostenible, que podría ser una opción de cambio en nuestras islas. Esto significa que este sector económico debe re direccionar sus productos a una reconversión sostenible de los mismos a corto, mediano y largo plazo, y para ello tiene que someterse a una rápida transición. Esta transición hacia un desarrollo sustentable e integrador supondrá nada menos que una nueva revolución del concepto mismo de turismo, y la necesidad de ofertar nuevos productos coherentes a la condición de Reserva. A diferencia de cambios anteriores en el turismo, ésta no deberá limitarse a una serie de empresas o grupos económicos actuando de manera independiente, esta revolución debe definirse por un enfoque de colaboración donde gobierno, sector privado y otros actores trabajen coordinadamente para crear un entorno propicio para un cambio transformador de esta dinámica económica. La pregunta es ¿Están dispuestos las grandes proveedores de servicios turísticos a implementar un modelo más equitativo y justo?, ¿Es posible lograr una sinergia del sector para una reingeniería desde los diferentes subsectores?, ¿Existe la voluntad política para ese cambio?. Tal vez muchos pueden optar por una posición negativa, pero si miramos las pequeñas dinámicas turísticas de servicios complementarios, el aprovechamiento de ecosistemas para la oferta de servicios de ecoturismo, y hasta nuevos sistemas de alianza y mercadeo de las mismas, hay una tendencia al cambio; pero ¿Es esto suficiente?, Donde queda toda esa necesidad de transformación del manejo de los recursos naturales en nuestro territorio, energías limpias, sistemas de manejo de agua residual eficientes, disposición final de basuras, entre otros.

El mundo desea un cambio, no hay que ir muy lejos para evidenciar como modelos de turismo sostenible como el de Aruba basó su desarrollo en un cambio no solo de concepto del mismo sino de una base de tecnologías limpias que soportan el servicio en su territorio. Lo que demanda una coherencia en lo que es y cómo se vende. Esta iniciativa de Industria Verde de la ONUDI, o de Negocios Verdes, simboliza esta diferencia de enfoques. En la reciente Conferencia de Industria Verde que la ONUDI organizó en Guangzhou, con el Gobierno de China, se subrayó la urgencia de reducir los enormes costos ambientales y sociales del modelo de desarrollo del último siglo. Cada vez más modelos de negocio están integrando conceptos relacionados con la gestión ambiental y la producción más limpia, o están construyéndose alrededor de los conceptos de industria verde, negocios verdes o sostenibilidad. Como territorio tocamos fondo, y cada día son más los grandes retos a los que nos enfrentamos por el modelo de expansión turística que vivimos, ¿Estamos dispuestos a hacer un cambio real? ¿Si es posible lograr un modelo más equitativo entre la sociedad y con el capital natural que poseemos? o por el contrario estamos dispuestos a desaprovecha las ventajas comparativas que posee nuestro territorio?. Piénsalo, es momento de actuar.

Por: Sandy Guerrero Salcedo, Especialista en Gestión para el Desarrollo Empresarial.

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